jueves, 19 de mayo de 2011

VERDURAS Y CALCETÍN


Ya es de noche, me concentro en los cebollines, la mixta tipo chinos, una zanahoria, un poco de arvejitas, unos cuantos granos de choclos, la carne de soya y el toque mágico, “un bezo de una palomita que revolotea a mí alrededor”, no soy experto en cocina ni mucho menos, hago lo que puedo, invento y leo, además, tengo que reconocer que también cuento con algunas asesoras en las artes de la cocina, ellas me dan algunos secretillos para que pueda utilizar a la hora de preparar. La misión de hoy es una mixta de verduras calientes, le puse como nombre, “pastos al vapor”, la verdad es que las nombro de alguna manera ya que los comensales a la hora de comer, siempre preguntan - y que es esto, como se llama -, y tengo que tener preparada la respuesta del momento, después de estar algunos meses en práctica cocinera, he ido aprendiendo que todo lo que se necesita para ser un buen chef, es buena voluntad y cariño al cocinar, le hecho a la olla cuanto se me ocurre en el instante de preparar, por ejemplo, primero pongo las verduras chinas a fuego lento, luego agrego algo de aceite y agua hervida, revuelvo unos instantes, tapo la olla y veo en que están mis compañeros de cena, al volver agrego los cebollines, algo de zanahorias, la carne de soya y unos condimentos varios, revuelvo y salgo a ver que necesita el gato que está en un sillón viendo televisión, es mi ayudante de cocina, le pido que tome unos minutos para marcar el tiempo de cocción del platillo que preparamos, le revuelvo un poco el pelo con un regaloneo y parto a ordenar otras cosas.
-El tiempo, el tiempo-, escucho un grito de mi colaborador y veo cómo va el cocimiento de verduras, sale algo de vapor y un agradable olor inunda el ambiente, agrego un poco de salsa de soya y el choclo que estaba pendiente, nuevamente revuelvo todo el preparado, le indico al gato que flojea en el sillón, que marque otros veinte minutos más, me siento a su lado y conversamos del tema que pueda venir, al rato la palomita vuelve a revolotear, algo me quiere pedir, el gato la hace callar y ella me vuelve a increpar, mientras el guiso sigue en la olla sin vacilar, los tres seguimos el barullo sin parar.
El buen olor llega rápido a nuestro lugar, me paro antes que el tiempo me vuelva a llamar, destapo la olla y parece que todo está por terminar, doy la ultima revoltura y estamos listos para cenar, la mesa esta puesta y solo tenemos que probar, les miro la cara a los hambrientos animalillos, la primera cucharada está por venir, espero con algo de terror la respuesta de aprobación, silencio, silencio, silencio, -esta rico, muy rico-, respiro con satisfacción, otra prueba acabo de pasar, seguimos comiendo y la conversación vuelve a empezar, -y mi calcetín, a qué hora me cocerás mi calcetín-, antes de atragantarme con un trozo de coliflor, doy respuesta a la próxima tarea que veo venir.
Adonis Palomar.



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