jueves, 26 de mayo de 2011

UN PEQUEÑO AMULETO


Ordenando papeles y otras cosas, me encontré con un pequeño pero importante regalo, un dibujo, pero no cualquier dibujo, es una obra de arte de Tomas, el menor de mis hijos, acostumbra a dibujar e inventar personajes, esta caricatura es uno de ellos, lo llevo entre mis documentos, así como mi hija me regalo una foto suya, él me dio este dibujo en lugar de una foto. Cuando lo veas te acordaras de mí, me dijo con una voz fuerte y decidida, y efectivamente es así, cada vez que abro mis documentos este pequeño personaje está ahí, aparece como de la nada y se queda como mirándome, como recordándome lo que Tomas dijo cuándo me lo entregó, en verdad cada uno de estos regalos que hacen los niños y los no tan niños, son de cero utilidad práctica, son puro cariño, es como llevar entre tus pertenencias amor puro y desinteresado. Tiempo atrás, escuchaba una opinión de una especialista en el tema, ella manifestaba que muchas de estas obras de arte, son de insignificante valor para el mundo en general, pero la persona que lo recibe, lo transforma en un preciado tesoro, el lazo de afectividad y cariño que se presenta en este tipo de manifestaciones hace que el mundo afectivo se agrande en el tiempo y la distancia sin existir la presencia física de los involucrados. Esta aseveración, tiene mucha relación con una vieja creencia indígena, la cual está referida a los lazos afectivos creados por los seres humanos, en el pasado las personas que tenían lazos de gran afectividad, y pretendían que esos sentimientos perduraran en el tiempo, intercambiaban pequeños regalos, los cuales al ser entregados al ser querido, otorgaban a quien lo recibía parte del alma de quien lo otorgaba, estos objetos debían ser confeccionados por las propias manos de los involucrados, podían ser tejidos, bordados, tallados en madera o piedras, dibujos o simplemente algún objeto obtenido de la naturaleza, lo importante era que el costo material fuera lo más insignificante posible, este intercambio simbolizaba la entrega espiritual, cada uno le ofrecía al otro su protección y compañía, sensaciones espirituales que se incorporaban a cada ser, la distancia y el tiempo eran infranqueables, cuando existía este lazo de amor. En la actualidad, el mundo frio en que se mueve nuestra sociedad le da muy poco valor a este tipo de ritos, es por eso que aquellos expertos en la materia, recalcan la importancia que pueden tener en la vida de las personas, niños, jóvenes y adultos, todas estas manifestaciones, el simple ejercicio de demostrar amor sin interés y con algo simple, encierra una enseñanza que solo el tiempo sabe comprobar. A mi pequeño compañero lo volveré a poner entre mis documentos, tal vez mañana cuando los vuelva a abrir, al cruzar nuestras miradas, me entregue otro pensamiento que hagan que mi día sea más placentero que el día anterior.
Adonis Palomar.

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