jueves, 29 de septiembre de 2011
GARBANZOS CON ARROZ
Cocinar es tarea de maestros, cuando la misión es encargada a un simple aficionado, la historia se transforma en aventura, con empeño, creatividad y la ayuda de una magnifica asesora, el platillo puede resultar un manjar, en esta ocasión, la idea es saborear unos ricos garbanzos con arroz, en la primera oportunidad, sin asesora ni nadie quien pudiera ayudar, el preparado en fracaso se transformó, pareciera ser muy fácil cocinar, pero el cuento no es llegar y leer, una receta de gran ayuda puede ser, pero la mano del buen cocinero el toque preciso tiene que dar, después de un primer fracaso, es imprescindible hacerse asesorar, no falta la amiga que además de su simpatía, algo de cocina puede enseñar, escucho con gran atención, anoto los ingredientes y los detalles son algo esencial, tengo dos comensales que gozan de buen paladar, tratan de no ser muy exigentes, pero son amigos de la cocina y generalmente tienen un hambre infernal, volviendo a la tarea del día de hoy, la maestra me incita a poner atención, cuando termino de anotar, me pongo manos a la acción, garbanzos, arroz, ajo, cebolla, zanahoria y algunos ingredientes más para agregar, doy un sorbo a un poco de jugo para alentarme y despertar al cocinero que llevo dentro de mí, es hora de trabajar, el sartén y la olla me miran con susto al verme acercar, los tomo con simpleza y con alguna delicadeza, no pretendo asustarlos antes de empezar a cocinar, ellos son personajes importantes en el escenario de esta aventura del arte culinario, cuando el agua a hervido, la tarea empieza a funcionar, pelar, pelar y pelar, cortar, cortar y cortar, revolver, revolver y revolver, sazonar, aliñar y revolver, revolver y revolver, es como una música en el centro de la cocina familiar, mis dos encomiables comensales, observan como el preparado empieza a tomar la forma ideal, cuando los garbanzos y sus aderezos comienzan en la olla a danzar, aplauden una y otra vez, la tapa se cierra, y el tiempo empieza a correr, pronto el resultado lo podremos ver. Cuando el reloj marca la hora ideal, y los hambrientos clientes esperan el plato que les tocará comer, revuelvo la olla y doy una prueba para ver si voy a sobrevivir, parece que el platillo está listo para servir, con servilleta al cuello, mis dos invitados se prepara para atacar, me siento tranquilo para ver cómo me fue, una, dos y tres cucharadas, y un silencio sepulcral, otra cucharada y otra más, de pronto escucho palabras que por fin me hacen respirar, - están ricos, podremos comer más-, algunas risas y es otra tarea que pude superar, miro el techo y agradezco la asesoría que vino del más allá.
Adonis Palomar
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