viernes, 14 de octubre de 2011

MEMORIAS DEL DUENDECILLO DEL TIEMPO


El viejo duendecillo de la memoria, viene y va por la vida, resucitado entre polvorientas historias da rienda suelta a sus relatos, el aroma a cazuela, a pollo arvejado o a simple comida casera, se viene de golpe a la memoria, que exquisiteces, ¡um! recuerdos de sabrosos olores, sabor de amores, en el sur o en cualquier punto cardinal, sale el sol y vamos buscando los besos espirales, simples instantes que vive el hombre común o esa sencilla mujer en el capullo de su caserón, viejo duendecillo, das saltos y brincos en medio de la planicie, entre montes y pastizales, vas de puntillas entre callejuelas y grandes avenidas, pones oído al bullicio que despierta al perro que duerme plácidamente en el atardecer de otro fin de semana. Pones rumbo al horizonte, al levantar la vista ves el sol resucitado y das rienda suelta a los relatos del amigo encantado, en un soplo de pensamiento cuentas que tus historias no son leyendas, que no ocultas secretos, viajas con las estrellas en el firmamento y relatas lo que has visto en tu paso por el tiempo, vas lejos y vienes de cerca, vas lento y muy de prisa, tienes tu vieja y luminosa casa entre las lomas de Cundera, pueblecillo donde se conoce cada hierva y cada matorral. El caprichoso amigo de las historias de miles de hogares, viaja por la senda de la vida anotando en su polvoso libro de cuentos, apunta cada detalle que observa en su deambular por barrios y poblados de fantasmas del mundo actual, lengüetea su puntiagudo lápiz y sentado sobre una negra nube, sigue su relato, en esa pequeña cabaña, un gato gordo y negro, duerme al lado de un fogón, a su lado una vieja da puntada tras puntada a unas calcetas, más allá una pequeña tetera lanza un fuerte vapor, es un suspiro de vida, en el reflejo del apartamento en la luminosa ciudad, ella y él van arropados buscando traspasar la fría madrugada, el amigo duendecillo, da un sorbo a su granuloso líquido y observa la ventana de enfrente, cauteloso deja caminar el tiempo, cuatro pequeños corren tras una vieja pelota roja, una joven mujer los mira y en silencio da unos graciosos sorbos a lo que parece un cálido tazón de sopa, por largo rato yo y mi amigo contemplamos embelesados la escena, la paz del entorno carcomía mis pensamientos, los minutos y las horas fueron transcurriendo a medida que recorríamos pasajes, calles, senderos y un sinfín de poblados, no es que me haya vuelto imbécil de repente, pero de tanto deambular, me surgían cada vez más interrogantes, que se escondía en el misterioso libro de escrituras del amigo duende, donde quedo el verdadero sentir de hombres y mujeres de este mundo, por que encontrar escenas de verdadero romanticismo es como encontrar una historia de fantasía, la soledad que se apodera de los pensamientos y sensaciones, es el plato común de la bacía vida de los seres de esta sociedad, cada día, cada noche, es más fácil encontrar en la esquina de cualquier calle, el caminar solitario, la desesperanza, la angustia, la risa falsa, el amor de momento, lo rápido y liviano, eso que hace que el valor y el sentimiento puro se desvanezca como agua entre las manos. El intrépido lápiz sigue en su escritura infinita, el duendecillo me mira de reojos y se interna entre las páginas de la vida de cualquiera, no son mis pensamientos ni tampoco los tuyos, es el simple designio de la vida, que simple seria vivir si quisiéramos vivir, que hermoso seria amar por amar si quisiéramos amar, que sincera seria la verdad si no quisiéramos mentir, que fácil sería la vida si no la hiciéramos tan difícil. La verdad de la existencia se puede ver cuando la queremos ver, entre páginas y páginas del polvoso libro del duendecillo del tiempo, surgen las inquietudes y verdades de la vida real, somos como somos, no como queremos ser, la verdad de nuestra existencia, la conocemos aunque neguemos su realidad, podemos buscar eternamente lo que nunca encontraremos, lo que dictan nuestros sentimientos son la verdad de nuestro corazón, la vida de cada uno, está en las páginas del misterioso libro, creer que somos de otro lugar, o que en el escrito no podríamos estar, es desconocer la vida real, nuestros pasos del pasado al presente van, de aquí un salto al futuro tendrán que dar, cada día, cada página, es parte de la vida de cada cual, el duendecillo del tiempo en sus escritos siempre nos va a incorporar, ahora lo que nos toca realizar, es saber por dónde debemos caminar.
Adonis Palomar.

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