martes, 18 de octubre de 2011
JUSTIN UNA EXPERIENCIA PARA NO OLVIDAR
Después de las carreras y los gritos, después de la risa y el llanto, pareciera que la tormenta ha pasado y lentamente viene la calma, las fanáticas del ídolo juvenil del momento, calman sus emociones. Fui participe directo de esta avalancha emocional de miles de jovencitas que pasaban del delirio a la euforia, por su ídolo canadiense. Ya han pasado 3 días desde el concierto de Justin Bieber, recién ahora pareciera ser el momento en que se puede recomponer tranquilamente la historia, el recuento es más placido y relajado. Las horas previas al magno evento, todo era locura y desesperación, todo daba lo mismo, de hecho muchos papás y mamás, tuvieron que dejar cosas de primera instancia, para estar preparados para soportar el ataque de fanatismo que se avecinaba. La tarde del día viernes frente al hotel en que se suponía alojaría el joven cantante, era un mar de canticos y gritos, llegué a buscar a mi fanática particular como a eso de las 19:30 horas, en el ambiente todo era emoción, los desconcertados transeúntes miraban a las fanáticas y de reojo a los papás que trataban de ubicar a quien fuera ubicable, yo en medio de ese tumulto logre dar con una de ellas, luego de volverla a tierra, caminamos en dirección al tren metropolitano, el camino se hizo corto entre una y otra conversación, por supuesto el tema no era otro que la joven figura del cantante, antes de llegar a nuestro destino final, compramos el cocaví para preparar el cargamento del día siguiente. La noche paso como un soplo, a las 5 de la mañana el agua de la ducha ya corría como si fuera el día final, mientras mi damita preparaba la mejor pinta para el recital, yo corría entre los sándwich, los jugos, las galletas y algunas otras cosas más, para darle más emoción, de pronto el teléfono resonaban, alguna amiga llamaba para que ningún detalle se fuera a olvidar, como a las 7 ya caminábamos rumbo al tren, luego de un rato ya estábamos en medio del griterío, entre carpas, sillas, quitasoles y un cuanto se pueda imaginar, la fiesta pronto se podría iniciar, entre tanta fanaticada yo parecía estar de más, al partir, escuché a una abuela comentar, -“las entiendo, cuando yo era joven también me emocioné, cuando vino Jorge Negrete, casi loca me volví”-, después de reír un rato, lentamente me alejé, volví por la tarde a dar un vistazo final, en la calle ya no quedaba nadie, el recital estaba por empezar. La noche caminaba rápidamente cuando al estadio volví, nuevamente estaba todo repleto, eran los papás, tíos, amigos, y todos los que venían a esperar, el final de la historia cada uno la puede inventar, la fanática que yo iba a buscar, entre lágrimas la pude localizar, la emoción y la alegría casi no la dejaban hablar, a esa hora casi todo daba igual, mi pequeña lo había pasado genial, que más podría importar, al final un buen recuerdo a nadie le hace mal.
Adonis Palomar.
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