lunes, 3 de octubre de 2011
EL AGUJERO REGALÓN
Como un sueño de fin de semana, el domingo es el día del gran jugador, de arriba y en el cielo, le da a la bola con gran precisión, tal vez sea solo una ilusión, pero el futbol es su pasión, llegado el sábado, la indumentaria se debe preparar, el pantaloncillo, las medias, la camiseta y los zapatos en su lugar, pero como siempre algo puede fallar, a la hora de dar el último vistazo, una sorpresa suele aparecer, “un encomiable agujero en el zapato regalón”, el dolor de cabeza es compañero ideal, una gran desventura no lo deja dormir, como solucionar el gran problema del chuteador regalón, -me calzo los botines aunque la pata me tenga que doler-, larga vida y entrega total, los gallardos zapatos no pueden fallar, la batalla dominguera es la consigna inmortal, un buen jugador no se amilana por un miserable agujero, una buena venda y un pedazo de cartón pueden ser la solución, quizás sea una noche infernal, el problema en pesadilla se puede transformar, -como diablos voy a jugar, seré un jinete de papel, o un gran centurión-, el pequeño jugador, entre sueños el zapato trata de reparar, en una pesadilla el agujero se convierte y se libera una batalla infernal, nada más doloroso para un gran gladiador, entrar al combate con sus armas estropeadas, será una batalla desigual, pero con el alma llena de esperanza y el corazón a punto de reventar, con fe y sin pensar, al balón con toda fuerza le tendrá que dar, el agujero nada importará, su noble espíritu en gran armadura se convertirá. Es mejor dormir un rato que pensar en lo que pasará, -total igual juego, aunque con muletas tenga que volver-. Ya muy de madrugada, el cuerpo pide despertar, las ansias por estar en la cancha son más que el sueño que pudiera quedar, como todos los domingos, los fanáticos empiezan a llegar, mamás con especiales cocavíes, los papás dan las instrucciones de rigor, al otro lado llega el entrenador, -el calor y el agujero traidor, son lo primero que tengo que olvidar, ni siquiera me avergüenza que alguien vea el problema de mi chuteador-, el novel campeón está listo para empezar, otro domingo de competición, los jugadores empiezan a trotar, una vuelta y otra más, el partido acaba de comenzar, largos minutos y el marcador esta igual, desde la orilla de la cancha una seña lo hace patinar, unos botines nuevos acaban de llegar, luego de realizado el cambio todo parece relucir, los viejos zapatos con el agujero regalón, bajo la banca fueron a dar, el tiempo pasa y nada nuevo pareciera acontecer, faltan pocos minutos para que suene el pito final, si un gol no llega pronto, los penales serán la definición, los nuevos botines no han sido ninguna solución, son incómodos y poco de fiar, -ya no los puedo soportar, me duelen los pies y en ellos no logro confiar-. El pito acaba de sonar, los penales darán el resultado final, los pateadores ya se acaban de escoger, todo listo para empezar, un tiro tras otro y el marcador sigue igual, ha llegado el turno del gran chuteador, la suerte al final lo marcó, tendrá que convertir para que su equipo logre vencer, existe gran expectación, todo listo para patear, de pronto algo llama la atención, nuestro amigo corre sin dar ninguna explicación, mira de un lado a otro con desesperación, -mis viejos botines no los puedo olvidar-, bajo la banca tirados ellos están, -en este gran momento me tienen que acompañar-, el árbitro apura al jugador, quien con gran desesperación se calza los zapatos con el agujero regalón, se para frente al balón, corre con gran decisión y todo el equipo grita el gol, -han sido mis compañeros incondicionales, en este momento no me podían fallar, ahora si pueden ir a descansar, los zapatos nuevos tengo que amansar, en el próximo juego listos deberán estar, pero a ustedes ni por viejos los voy a abandonar-.
Adonis Palomar.
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