miércoles, 5 de septiembre de 2012

INCONDICIONALES

Llegó el silencio buscando a su leal incondicional, ella lo espera como si la vida fuera de ambos, cuando es necesario callar, las palabras protegen a su inseparable amigo, el silencio de la música es como el silencio del alma, sentir el sonido de lo que suena en el interior de cualquier ser, es caminar por entre medio de notas blancas y negras del corazón, en la hora del claro oscuro de las personas, suena la sinceridad de la sensación que remese el alma del sonido del silencio. Siento los pasos de una mujer y un hombre que caminan en dirección al misterio del verdadero sentido de la razón y el sentimiento, como no creer en el sonido de la verdadera pureza, es aquella en que nos atrevemos a entender que lo verdadero y lo hermoso es cierto y transparente, sigo la melodía que resuena en la madera del humilde piano, sus teclas se mueven rigurosamente, mis pinceles y el suave crayón, se deslizan en el rugoso papel fracturado por el dolor de no sentir el sonido de la verdadera pasión del prudente silencio. Secreto, reserva, misterio, afonía, cerca del agua, eso es resuello de una alegoría de saltos y piruetas del pañuelo que flota en medio de nuestros recuerdos, en el presente se recuerda el pasado, esa jornada que mencionaba el precio del sabroso pan con algo, tener presente el hambre, ese hambre que hace reaparecer el instinto de oler el aroma de tu suave cuerpo, que sabiduría, te acordaras, los ojos de la ciencia, la corteza de los descubrimientos, entonces solo pensamos en silencio, esa sonrisa reflejada en tu jovial rostro, recuerdos en la pasividad del silencio romántico, un mundo que gira con sorpresas y risueñas alegorías, el cadencioso tiempo va de la mano de ese silencio que es para cada cual, a su manera, silencio amigo, nos echamos sobre una manta y la tierra se ve estremecida, tu y yo cuando es necesario, ecos de los sentidos del alma, nos besamos como la noche aquella, te acordaras, éramos como el soplo que corría en esas tardes de reflexiones estudiantiles, la primera golondrina, el primer silencio, las primeras palabras, el magnifico palpitar dentro de la joven retina, silencio, vuelves como manos de horizontes iluminados, y yo aquí, esperando cuando me necesites, que recuerdos, nada está vacío, todo se llena cuando estamos cercanos, hoy el aire es mio y también tuyo, requerimos de ese ardor que no puede nada, solo el amor hace que el sonido de ese silencioso amanecer sea una noche que trastorna, vienen nuevamente los recuerdos, de ese si y ese no, el silencio que cada cual busca y es necesario cuando lo requiere el tiempo, cuando falta sangre, cuando falta pensamiento, cuando falta dulzura, cuando falta discreción, cuando falta silencio. Se cierran las cartas, se transforma el sonido en plenitud de secreto, se produce una omisión de gritos y yo estoy ahí, soy tu interprete, soy palabras y mas palabras, te escondes con disimulo y aparece el misterio, la prudencia, la discreción, la paz, el sosiego, la calma, el reposo, apareces tú junto a ese encandilante amigo, te miro y creo que el tiempo esta allí, donde debe estar, vuelvo la vista atrás y el silencio que está lejos viene junto a mi, los bosque y los poemas me gritan, me incitan a callar, a disimular, a enmudecer, quizás sea el momento solo de mirar, ver cuanto va de aquí para allá, tomo un trago y miro tu silueta, esa que se acerca silenciosamente, pienso en el ir y el venir, el anónimo silencio se confunde con su cómplice, siempre busca al ciudadano que transmite esos adjetivos precipitadamente, nos cruzamos y nos entrecruzamos, a quien le importará tus deudas o tus achaques, nadie con mas simpleza, la gente que corre se mescla con esos que están detenidos, solo quien ama se detiene a pensar en medio del silencioso sentimiento de las palabras. Allí están, ellos inseparables, el silencio y las palabras, se mesclan con tu falda y tu suave cabello, ya te acordaras como eran esos tiempos de jóvenes estudiantes, con errores fantásticos, con estrellas y canoas que navegaban por la húmeda y verde planicie, como un niño silvestre, sintiendo como un adicto incondicional al verdadero silencio cuando las palabras pueden dar el mensaje que se quiere escuchar en reserva y con algún disimulo, ya me alejo en mi propio silencio, me retiro a buscar mi propia paz. Adonis Palomar

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